Las sociedades han buscado formas de diferenciar a las personas desde la Antigüedad. Una de las civilizaciones que desarrolló un sistema onomástico fue Roma, con el llamado tria nomina, compuesto por prenomen, nomen y cognomen. Esta estructura comenzó con la aristocracia y eventualmente se extendió a las demás clases sociales.
Con la caída del Imperio Romano, la población mundial vivía predominantemente dispersa en pequeñas aldeas, lo que no requería la adición de apellidos a un simple nombre. Sin embargo, la situación cambió en el apogeo de las ciudades medievales.
Los primeros registros de apellidos en la Península Ibérica se remontan al siglo IX, pero su uso se hizo inevitable a partir del siglo XII debido al crecimiento demográfico y al desarrollo económico. Es decir, los apellidos surgieron como un mecanismo para diferenciar a las personas y evitar confusiones.
Inicialmente, los apellidos tenían origen patronímico, es decir, estaban relacionados con el nombre del padre. Con el tiempo, comenzaron a estar vinculados con la ubicación geográfica, la profesión y características físicas o comportamentales.
Tipos de apellidos
Existen miles de apellidos de origen ibérico, algunos de los cuales se han extinguido debido a su rareza, mientras que otros permanecen hasta nuestros días. A continuación, se ofrece una explicación de los diferentes tipos de apellidos:
- Patronímicos
Son los primeros que aparecieron y se formaron a partir del nombre propio del padre, así como del nombre del señor (en el caso de los siervos) o patrones. Muchos de ellos pertenecen al grupo que utiliza las terminaciones -az/-as, -ez/-es, -iz/-is y -oz/-os, como Sánchez/Sanches (hijo de Sancho), Álvarez/Álvares (Álvaro), y Díaz/Dias (Diego/Diogo).
También existen casos donde el patronímico se mantuvo igual que el nombre original, como Alfonso, Antón, Damián/Damião, Dionisio, Domingo/Domingos, Felipe, Francisco, Lucas, Lorenzo/Lourenço, Manuel, Rafael, Santiago y Vicente.
Inicialmente, el patronímico cambiaba de generación en generación, basado en el nombre del padre. Sin embargo, en el siglo XV perdió su sentido original y comenzó a ser utilizado como un apellido de linaje. - Toponímicos
A diferencia de los patronímicos, que cambiaban cada generación, los apellidos toponímicos están relacionados con lugares geográficos como países, ciudades, pueblos, aldeas y regiones, estando intrínsecamente ligados al origen o residencia de la persona o sus señores.
En esta categoría se encuentran apellidos como Ábalos (derivado del municipio de Ábalos, La Rioja), Abranches (de Avranches, en Normandía, Francia), Aguilar (de localidades como Aguilar de la Frontera, Córdoba; y Aguilar de Campos, Valladolid), Brito (villa de Brito, en Guimarães), Carmona (Carmona, Sevilla; Carmona, aldea en Cabuérniga, Cantabria), Proença (Proença-a-Velha, Beira Baixa) y Talavera (Talavera, Lérida; Talavera de la Reina, Toledo; Talavera la Vieja, Cáceres).
Otros apellidos toponímicos están relacionados con características geográficas como montañas, piedras, campos y nombres de propiedades, por ejemplo: Carrasco (pequeña encina) y Costa (terreno inclinado cerca del mar). - Gentilicios
Estos apellidos están relacionados con el origen geográfico y destacan la procedencia del primer portador, utilizando adjetivos gentilicios en lugar del nombre del lugar.
Algunos ejemplos de apellidos de esta categoría son Aragonés (natural de Aragón), Bretones (de Bretaña), Navarro (de Navarra), Pallarés (de Pallars, territorio en Lérida) y Romano (de Roma). - Oficios
Esta categoría incluye apellidos relacionados con ocupaciones desempeñadas por los primeros portadores y que se transmitieron a las generaciones siguientes a lo largo de los siglos.
Algunos apellidos de esta categoría son Alcaide (encargado de fortaleza o prisión), Arráez (líder o jefe árabe/moro, encargado de tareas en la almadraba), Guerrero/Guerreiro (soldado), Jurado (encargado judicial y administrativo de la ciudad), Monteiro (cazador en el monte), Panadero (hace o vende pan) y Ropero (vende ropa confeccionada). - Apodos
Se originan a partir de características físicas, comportamentales o rasgos personales distintivos, y pueden ser descriptivos, elogiosos o peyorativos. Proporcionan una forma única de identificación, destacando particularidades individuales que pueden haber sido valoradas o simplemente notadas por la comunidad en la que vivía el individuo.
Por ejemplo: Asnal (brutal), Bezo (labio grueso), Delgado (delgado, delicado), Galvarra (calvo), Izquierdo (zurdo), Lobo (salvaje, feroz), Maldonado (persona ruda, con cuerpo malformado), Manso (tranquilo), Peinado (persona que adorna en exceso), Rizo (pelo rizado o crespo), Romera/Romero/Romeiro (peregrino que realiza viaje religioso) y Veloso (peludo). - Otros tipos
Existen apellidos cuyas raíces históricas permanecen desconocidas, como Altariz, Aranchel, Audite, Balaes/Balaez, Catiro, Hijarche, Loaysa, Monsalve, Poras y Relaro. Es posible que algunos de ellos sean una mala transcripción o de familias moriscas/judías.
Otro tipo está relacionado con niños expósitos, cuya procedencia era desconocida. En algunos casos, fueron apellidados como Expósito/Exposto o Expósita/Exposta, pero en otros se les asignaron nombres de carácter religioso, como De Dios/De Deus, De la Iglesia, San Juan/São João, De María, Do Espírito Santo, Iglesias, Gracia y Deulofeu.
En el caso de los expósitos, también podían recibir como apellido el nombre de la parroquia donde fueron bautizados. Por ejemplo, muchos niños abandonados y bautizados en la Iglesia de San Mateo, en Lorca, llevaron como apellido Mateo/Matea/Mateos.
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